PARROQUIA ATAHUALPA
Conocida
antes como recinto “Engabao”, se crea como parroquia rural del
Cantón Santa Elena, el 11 de Febrero de 1941 mediante ordenanza
municipal; tiene una extensión territorial de 94.14 Km2,
su densidad poblacional es de 108.84 hab. Por km2
y tiene una sola comuna conocido como Entre
Ríos.
Según
relatos de los antepasados Atahualpenses, se inició cuando los
moradores de la población de Santa Elena, particularmente personas
dedicadas a la cría de ganado, desesperado por la carencia del
líquido vital para la subsistencia de los seres vivientes,
realizaban grandes desplazamientos para proveerse de agua en los
manantiales, vertientes u “ojos de agua” que providencialmente
encontraban.
La
caravana salía desde madrugada hasta alta horas de la noche,
descansando en medio camino. Producto de esas migraciones, lejos de
la ribera del Pacífico y con el único beneficio de contar en sus
entrañas el ansiado elemento requerido para la sobre vivencia
humana, se constituye un caserío al que se lo denomina Engabao (en
lengua vernácula: “amistad con el agua”). Para diferenciarlo de
los Engabao de Playas y del Morro, su nombre completo era el de
Engabao de Santa Elena.
En
este caserío denominado Engabao, excavan un pozo y al encontrar
agua, se llenan de alegría, y entusiasmo, ya que esto significaba el
camino para llevar el preciado líquido que cada día se ponía
escaso.
Los
habitantes en esa población subsistían de la agricultura, y la
ganadería, al llegar la sequía no pudieron seguir con su forma de
vida y esto obligó a emigrar a otro sitio.
Los
que permanecieron en Engabao buscaron otra forma de vida, entre la
actividad que empezaron a desarrollar fue la ebanistería. Utilizaban
la leña seca para realizar trabajos rústicos que poco a poco fueron
perfeccionando con la llegada de los ingleses en la Parroquia Ancón,
ya que ellos necesitaban la ayuda de ebanistas para realizar sus
casas y es allí donde se perfeccionaron en la ebanistería, ya que
tenían una habilidad para poder construir estas casas.
Su población
aproximada en la actualidad es de 4.800 habitantes de los cuales el
49% son hombres y 51% son mujeres, además se conoce que el 98,50 %
de la población vive en la cabecera parroquial y el área poblada es
de 110 hectáreas.
La
implementación de actividades artesanales en muchas de sus ramas,
particularmente la Ebanistería, han logrado elevar a un alto sitial
a nuestra población; reconociéndolas a nivel nacional como “La
Capital del Mueble”.
Por
el año 1938, se conformó el comité parroquialización y sus
integrantes pensaron que se tenía que cambiar el nombre del recinto
ENGABAO. Entre estos nombres escogieron: Simón Bolívar, Sucre,
Atahualpa. Se analizó cada uno de esos nombres y sacaron muchas
conclusiones en la que decidieron el nombre de ATAHUALPA, debido a
que este nombre encierra una gran historia, en homenaje al último
Emperador del Tahuantinsuyo.
La
firma del convenio se realizó el 4 de octubre de 1939 y el 21 de
enero de 1945 se expiró la respectiva ordenanza municipal en las
cuales se crea la Parroquia Atahualpa, del Cantón Santa Elena, por
decreto ejecutivo Nº 134 de febrero del mismo año, publicado en el
registro oficial Nº 149 – 150 del 26-27 de febrero del mismo año,
con un ambiente político hostil, debido a la incoherencias, entre
ediles Santaelenenses y dirigentes de la parroquia en aquel tiempo a
crearse. Razón que no permitió darle territorialmente lo que por
derecho histórico y justicia le correspondía.
Con
estos antecedentes, se resume que los atahualpenses, vivieron de la
ganadería, de la agricultura, de la industria del sombrero de paja
toquilla; luego, pasaron a ser trabajadores de la empresa Anglo. Hoy
preparan con sus manos laboriosas la madera, para elaborar preciosos
muebles, por lo que Atahualpa se le conoce como EL IMPERIO DEL MUEBLE
o también como LA CAPITAL DEL MUEBLE. Así mismo, se le ha dado el
denominativo de ATENAS DE LA PENÍNSULA, pues sus hijos no se
estancan en sus estudios y buscan la senda del saber, de allí que en
Atahualpa encontramos Bachilleres Técnicos, Contables,
Petroquímicos, Bachilleres en Humanidades, en ciencias de la
Educación, Prof. De Primaria, Tecnólogos en la Madera, Tecnólogos
Industriales, Licenciados, Abogados, Ingeniero, Economistas,
Arquitectos, Médicos y otros que dan lustre a su patria chica
Atahualpa.
SIMBOLOS
DE LA PARROQUIA ATAHUALPA
La
Parroquia Atahualpa, ya tiene sus símbolos, pues a petición de la
Junta Parroquial del año 1.990 la Confraternidad de Educadores
Atahualpenses (CEA) pensando en su tierra natal, en 1.991 le dio una
bandera. En 1.992 en su fecha parroquial, le dio su Escudo y en 1.997
ya hicieron Escuchar las notas del Himno Parroquial, con letras del
Lcdo. Gabriel Cabezas Lavallen y música del Prof. César Guayas
Orozco. Todo aprobado por la Municipalidad de Santa Elena.
BANDERA
ESCUDO
ACTIVIDAD ECONÓMICA
La
parroquia Atahualpa tiene una marcada vocación artesanal, lo que la
ha convertido en un centro artesanal reconocida a escala nacional e
internacional, esta actividad es la principal fuente de ingreso para
los habitantes de la parroquia; su principal materia prima se la
obtiene de la provincia de Manabí y del cantón Pedro Carbo.
También
trabajan en la agricultura principalmente en el recinto Entre Ríos,
que tiene 42 hectáreas donde se cultivan productos de ciclo corto
como el zapallo, melón, tomate, yuca, frejol, sandia, etc. Esta
actividad se la ha realizado generalmente en la época de invierno y
ciertos meses del verano con las aguas que se quedan en las
albarradas, que actualmente están deterioradas lo que ha perjudicado
esta actividad, además desarrollar aunque en menor magnitud
actividades y la porcicultura.
En la
parroquia existen 3633 hectáreas que tienen otros tipos de uso,
además la compañía Equidor tiene 70 hectáreas que están sin uso
y Odebrecht 50 hectáreas. Parte de las cuales se utilizaron para
construir una planta de tratamiento de agua y una planta de
oxidación.
Limites
Norte:
Santa Elena
Sur:
Parroquia Chanduy
Este:
Santa Elena
Oeste:
Parroquia Ancón
LEYENDAS
Nuestro
pueblo encierra diversos mitos y leyendas que
nuestros antepasados narraron y se hicieron famosas dentro de nuestra
comunidad:
LOS
RÍOS MALUCOS
En
aquellos tiempos, la parroquia Atahualpa, se le conocía con
el nombre de Engabao, tenía muy pocos pobladores, quienes
Vivian en casa destruidas con paja de maíz,
no habían camas y se dormían en suelo. La mayoría de los
hombres trabajaban fuera de la población y en las noches
debían retornar a sus hogares caminado por los cerros , en
ocasiones atravesando el rio que pasa cerca del lugar, los
hombres de aquella época, cuando retornaba a casa, contaban la
siguiente historia.
Decían que al caminar cerca del rio, aparecían en
las orillas o silencio del lecho, gigantescos animales tales
como cerdos, vacas, chivos o pato, tan grandes que parecían
monstruos. Estos se veían al caer la noche, de pronto, aparecían
luces rojas que atemorizaban más aun a los caminantes por gente
trataba de llegar temprano a sus hogares.
Desde
ese entonces, la gente empezó a dominar a esos ríos con el nombres
de “RIOS malucos” por lo extraño que en ellos ocurría.
Narrador:
Máximo Yagual Pita, Mayo De 1917
LAS
CALAVERAS
Pocas
casas formaban el caserío que hoy se conoce como parroquia
Atahualpa la gente iba a otros pueblos a intercambiar
productos y como no había mar, se tenían que avanzar hasta
chanduy u otras cosas playas para las faenas de pescas. La mayor
parte de las veces se viajaba acompañado con quienes se
levantaban de madrugada para empezar la travesía temprano pues
no había transporte rápido . Entre las personas se
silbaban muy temprano como diciendo “compañero es hora de
la salida ,nos vamos a trabajar” se iban así contando
leyendas y entre ellas la de “las calaveras”.
Cuentan
que dentro de las personas no se atrevían a salir después de
las nueves de la noche pues se sentía que rodaban por las
calles las calaveras con un ruido parecidos a como cuando el
viento lleva hojas de maíz. Además se escuchaba en las afueras
del pueblo, una banda de músicos que tocaba
alegremente lo cual llamaba la atención de los morados
quienes al dirigirse hacia la música, solo encontraban
la nada.
Siempre
se evitó salir por la noche para no encontrarse con cosas
malas.
Narrador:
María Magdalena González, Julio de 1946